En espíritu y en verdad

Tema: Dios merece que los seres humanos le adoremos, dándole gracias, alabanza y honor.

Área: Educación cristiana

Propósito: Ayudar a la congregación a examinar su forma de adorar a Dios.

Tipo: Temático o doctrinal

Introducción

Una de las características que distinguen a las congregaciones hispanas que pertenecen a la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) es la variedad de estilos de adoración que uno experimenta en los servicios dominicales.

Algunas congregaciones cantan himnos tradicionales.
Otras cantan coros contemporáneos.
Algunas usan himnarios y hojas donde se encuentra escrito el orden del culto.
Otras proyectan las letras de los coros en una pantalla.
Algunas tienen celebran cultos que combinan el canto con otros elementos, tales como las oraciones, los poemas y las lecturas edificantes.
Otras cantan por un largo rato, pasando inmediatamente a la predicación y a la ministración.
La variedad de nuestra iglesia en esta área contrasta con la formalidad del culto en otras tradiciones, donde el orden del servicio de adoración se establece en libros publicados por la denominaciones.

Todo esto nos lleva a considerar diferentes preguntas, tales como:

1. ¿Qué es la adoración cristiana?

2. ¿Cuál es propósito principal del culto cristiano?

3. ¿Qué elementos distinguen la adoración en la tradición de los Discípulos de Cristo?

4. ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos adorando a Dios correctamente?

Pasemos, pues, a considerar estas preguntas.

I. ¿Qué es la adoración cristiana?

1. Podemos definir la adoración como el acto de dar gracias y de dirigir alabanzas a Dios. La adoración se refiere al acto de reverenciar y honrar a Dios. Debe quedar claro que, de acuerdo con la Biblia y con los principios básicos de la teología cristiana, Dios es el objeto supremo de adoración para el pueblo cristiano.

2. Aunque podemos y debemos adorar a Dios en privado y en familia, comúnmente, usamos la palabra “adoración” para referirnos a la experiencia de adorar a Dios en comunidad. En particular, la adoración se da en el contexto del culto cristiano donde la comunidad de fe se reúne como cuerpo para adorar a Dios.

3. La adoración es la expresión a la vez espontánea y consciente, impuesta y voluntaria, de la reacción compleja del ser humano impresionado por la proximidad de Dios. La adoración es tanto la alabanza que el pueblo cristiano le da a Dios como el medio que Dios usa para bendecir y guiar a su pueblo.

4. Es importante notar que la adoración se da en respuesta a la iniciativa divina. Es decir, Dios es quien siempre da el primer paso para acercarse a nosotros; En la persona de Cristo, Dios viene a nuestro encuentro. Por medio de la adoración, respondemos con gozo a la presencia de Dios.

II. ¿Cuál es el propósito de la adoración cristiana?

1. Como acabamos de explicar, la adoración es una respuesta a la gracia divina. Adoramos a Dios en respuesta a sus muchas bondades hacia la humanidad. La adoración es un acto de justicia donde reconocemos todo lo que Dios hace en beneficio nuestro.

2. La adoración nos ayuda a ver la realidad correctamente, colocando a Dios en el lugar que le corresponde. La persona que no ha tenido un encuentro transformador con Dios, tiende a darle el lugar de Dios a alguna cosa, o a alguna práctica extraña o hasta a sí misma. Esto le conduce a una visión equivocada de sí misma, de la vida y de la realidad.

3. Por el contrario, la Iglesia cristiana afirma que Dios es el ser amoroso y compasivo que nos da el don de la vida, que nos acompaña en nuestro caminar y que ha provisto salvación por medio de la obra redentora de Jesús, el Cristo. Del mismo modo, Dios nos capacita para vivir con provecho por medio de la presencia, los frutos y los dones del Espíritu Santo.

4. En este sentido, podemos afirmar que el propósito principal de la adoración es ayudarnos a comprender las realidades espirituales. Enseñarnos que una vez un ser humano reconoce a grandeza de Dios, comienza a desarrollar una nueva manera de comprender la vida, a la luz de los valores del reino de Dios.

III. ¿Qué elementos distinguen nuestra adoración comunitaria?

1. El deseo de alabar y dar gracias a Dios se traduce en gestos exteriores. En nuestro caso, la adoración en la tradición Discípulos de Cristo se caracteriza por distintos elementos. A continuación consideraremos tres de dichos elementos:

a. La participación del laicado: Contrario a otras denominaciones donde el sacerdote o el ministro es quien dirige el servicio de adoración, predica y preside la mesa en el momento de repartir los elementos de la comunión, en la tradición Discípulos de Cristo el laicado participa en todas las áreas de la adoración a Dios. Así la adoración en la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo) es verdaderamente una adoración comunitaria.

b. La centralidad de la Cena del Señor: Para los Discípulos la Cena del Señor es el momento central de la adoración comunitaria. En la Cena es Dios mismo quien nos convoca y nos llama a participar. Por esta razón, la Cena del Señor se ofrece semanalmente en la Iglesia Cristiana (Discípulos de Cristo).

c. La libertad de criterio: Nuestras congregaciones pueden escoger y desarrollar su propio estilo de adoración. No hay un reglamento o un libro de orden que establezca cómo se debe adorar a Dios en nuestra tradición. Aunque puede decirse que somos una “iglesia libre”—es decir, una denominación que no sigue patrón establecido alguno—hay congregaciones que siguen patrones bastante estables y hasta repetitivos mientras otras han abrazado el movimiento de alabanza y adoración.

2. Hay otros elementos de nuestra tradición que bien podremos considerar en otra ocasión. Lo importante es recordar que, no importa el orden de culto que sigamos, el propósito de toda adoración es ofrecer alabanzas a Dios por su gracia y por su gloria.

IV. ¿Cómo podemos estar seguros de que estamos adorando a Dios correctamente?

1. Ahora bien, el hecho de que nuestra denominación no tiene un orden o patrón de adoración nos obliga a estar vigilantes ante los errores teológicos y doctrinales en los cuales podemos caer. Es posible que una congregación caiga en algún exceso, dándole demasiada importancia a algunos aspectos de la adoración y menospreciando otros.

2. Durante los pasados años hemos dado la voz de alerta contra varios errores que se han colado en algunas de nuestras congregaciones. Algunos de estos son:

a. El énfasis en el canto congregacional en detrimento de la oración comunitaria. Hay congregaciones donde el culto consiste en una larga sesión de cánticos seguidos de la predicación. En estas congregaciones apenas se ora, porque se entiende que el cántico dirigido a Dios sustituye la oración. Esto es un grave error doctrinal.

b. La idea de que la adoración, por si misma, nos redime y nos acerca a Dios. Esta perspectiva raya en la idolatría. Debe quedar claro que, de acuerdo a la teología cristiana, Dios ha provisto salvación en Cristo Jesús; la adoración ni salva ni redime a nadie. Somos salvos por el sacrificio de Jesús en la cruz del Calvario. Del mismo modo, alcanzamos comunión con Dios por medio de la presencia del Espíritu Santo, no por medio de nuestros cánticos comunitarios.

c. El falso orgullo que lleva a una congregación a afirmar que su estilo de adoración es el mejor, menospreciando a otras congregaciones cristianas. Hay iglesias locales que piensan que su estilo tradicional es el correcto, mientras otras afirman que la adoración contemporánea es la mejor. Ambos grupos están completamente equivocados. Los estilos de adoración cambian de acuerdo a los grupos étnicos, al lenguaje y a los tiempos. Al fin de cuentas el estilo de adoración es secundario a la fe sincera de la persona que adora. Como dijo Jesús: “…los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren” (Juan 4.23-24).

3. Finalmente, afirmamos que la teología cristiana juega un papel muy importante en el culto cristiano: eliminar de la adoración cristiana toda idea y toda práctica que sean ajenas a la verdad cristiana, examinando sus juicios y articulando su esencia. Sin embargo, debe quedar claro que la adoración es la razón de ser de la teología cristiana.

Conclusión

En Romanos 12.1-2 el Apóstol Pablo nos exhorta de la siguiente manera:

Por lo tanto, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro verdadero culto. No os conforméis a este mundo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

Queda claro, pues, que el servicio de adoración semanal es parte de lo que debe ser toda una vida de adoración y servicio a Dios. Adoremos a Dios aquí y ahora, y fuera de este lugar y en todos los momentos de nuestra vida. Esa es la voluntad de Dios. Amén.

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